UNA VISITA MISIONERA

El pasado lunes 20 de septiembre recibimos en nuestro centro la visita de D. Andrés García, misionero de la Congregación de Misioneros de la Consolata y sobrino de nuestro querido y recordado Director Espiritual y Párroco de Santa María la Blanca D. Francisco García («Paco el cura»).

Andrés García nació en 1968. Se formó en los Hermanos Maristas de Jaén y continuó sus estudios en el instituto «Virgen del Carmen». Cuando parecía que encauzaría su vida hacia la medicina, una llamada vocacional lo llevó a ordenarse como sacerdote.

Acabó su formación sacerdotal en Vittorio Venato (Italia) y realizó su tesina sobre moral en Roma. En 1996 fue ordenado sacerdote en Jaén. Pero se dio cuenta de que esa no era la vida que buscaba. Marchó a Canadá para aprender francés y después de misión a Costa de Marfil. Tres años después volvió a España y marchó a Elche donde atendió a las comunidades de inmigrantes. Integrado en la Congregación de Misioneros de la Consolata, en 2003 fue destinado a la República Democrática del Congo. En la actualidad desarrolla su labor misionera como párroco de la Divina Pastora de Araguaimujo, residente en la misión de Nabasanuka, en Venezuela.

Compartió con nuestros alumnos su experiencia misionera y el trabajo que realiza su congregación.

Según D. Andrés:

«Desde el pobre del sur, desde la situación de la gran mayoría de la humanidad se puede escuchar un clamor que desemboca en exasperación y a veces en violencia. Basta ya, este modelo económico y político mundial no es el único, no es necesario ni obligatorio que sea el único. Hoy nos invitan a consumir y a endeudarnos, mañana nos lo quitan todo y pasado mañana volvemos a empezar y este juego está apoyado sobre las espaldas de la población del sur.

Devolvamos a cada ser humano su dignidad de Hijo de Dios, pongamos como cimientos de la Nueva Humanidad los valores universales de la verdad, la justicia, la libertad, el amor, la solidaridad, la fraternidad universal; escuchemos la voz que habla y grita a veces en nuestros corazones, invitándonos a ponernos en camino.

Comparto con vosotros una esperanza profunda y la hago propuesta: propongo para el premio de ciudadano del mundo a todas las personas que encendieron la mecha de los “indignados” en muchos países del mundo y a todos aquellos que mantienen viva la reflexión, la investigación, la denuncia y la propuesta en favor de un sistema mundial económico y político más participativo, que ponga al ser humano en el centro, que lo nutra de valores humanos y (por qué no) cristianos, que se comprometa por un crecimiento económico prioritariamente de los países más pobres y menos industrializados…

Construir la paz a través de la justicia, la solidaridad y la reconciliación. Otro desafío que viene del sur y que nos sirve a todos. Esperanza. Necesitamos mucha esperanza y necesitamos fundarla en valores sólidos y compromisos concretos. No dejemos que sean solo los otros los que se comprometan; es asunto mío, es mi familia la que necesita de mí, la familia humana. Creamos en la capacidad creativa del ser humano, imagen del Creador. No hay límites para el amor, después de la tormenta viene la calma».

Fue una experiencia particularmente enriquecedora para nuestro alumnado que contribuye a su formación integral. Damos las gracias a D. Andrés por su amabilidad con nuestro centro y por la generosidad que demuestra en todos los aspectos de su vida con los que más necesitan de nuestra ayuda, nuestro acompañamiento y nuestra oración.

Que la luz del Señor ilumine siempre su camino y le colme de bendiciones.